“Los arquetipos de Calabozos y Dragones cobran vida” por Bert Olivier vía BrownStone Institute
Cuando te enfrentas a un enemigo, y deseas prevalecer sobre él o ella, es imperativo conocerlo. Y cuanto más poderoso es este enemigo, más urgente es poder calibrar su carácter: sus puntos fuertes, sus puntos débiles y, lo que es más importante, su disposición psicológica.
¿Por qué es lo más importante? Imagínate que eres boxeador profesional o, si no, participante en un deporte menos peligroso, como el tenis. A menos que sepas qué esperar de tu oponente, no disfrutarás realmente de la probabilidad óptima de ganar. Si tu oponente es del tipo frío, tienes muchas menos posibilidades de desconcertarlo con ciertas tácticas, en comparación con alguien que se altera fácilmente, por ejemplo. Si son conocidos por sus artimañas, hay que estar doblemente alerta para detectar indicios de que emplean tácticas dudosas para obtener ventaja. Y, por supuesto, si el juego se lleva hasta las últimas consecuencias -en otras palabras, si harían cualquier cosa por ganar la partida-, hay que estar totalmente preparado para tal eventualidad.
Si pasamos del deporte al conflicto abierto y hostil, en el que lo que está en juego es cualitativamente distinto del deporte (aunque algunos traten el deporte como una guerra), ya no se trata sólo de ganar para reforzar el currículum, sino de una cuestión de vida o muerte. Esta es la situación en la que nos encontramos hoy, a escala mundial. De ahí la pregunta: ¿conocemos bien a nuestro enemigo, que destaca por sus artimañas letales?
Aquellos individuos que están bien despiertos pueden replicar con: “Lo suficiente como para saber a qué atenerse”. Al mismo tiempo, pueden admitir que, especialmente a la luz de los muchos trucos que nuestros enemigos tienen en su proverbial manga, no pueden anticipar exactamente lo que puede venir a continuación. Incluso pueden considerar la posibilidad de que los miembros del cabal lleguen a arrepentirse de sus propios actos ruines -como pareció hacer recientemente Mark Zuckerberg, e incluso entonces, por razones dudosas- y, por lo tanto, confundir posiblemente el arrepentimiento aparente con una emboscada calculada. ¿Cómo debemos afrontar esta situación? En cuanto a los tecnócratas globalistas, ¿hay alguna forma de acceder a algo parecido al perfil de un criminal, que los perfiladores profesionales construyen para facilitar su detención?
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